lunes, 10 de mayo de 2010

Tiempos de crisis



Después de tanto tiempo en Anda lucía, ya he pasado por unas cuantas crisis. La verdad es que cualquier alteración del mercado influye en las ventas, y como vivo al día prácticamente, noto los altibajos de una forma radical. La decoración es, lógicamente, lo ultimo del presupuesto familiar.
Hace unos años que, después de la locura de montar el taller y pagar todas las deudas, disfruto de una cierta tranquilidad. En mi caso esto significa: pagar las facturas, mantener mi casa, educar a mi hija. Nunca me ha gustado el lujo. Cuando entra más dinero, normalmente aprovecho para irme de vacaciones. O trabajo menos, o me dedico a otras aficiones.
El año pasado no noté nada dramático en mi economía. Mi clientela local me fue fiel, y se lo agradezco, mientras que las ventas a gente de paso bajaron, lo que no me alarmó porque no vivo de eso, salvo, quizás, en agosto. La verdad es que no me cuesta apretar el cinturón, y así fui tirando el 2009.
Pero este año, señores...
Ya en febrero la voz empezó a correr: cerró fulano, cerró la tienda de aquel, el otro se fue. El principio de año fue un desastre, y seguimos de desastre en desastre: la lluvia y la crisis encerrando la gente en sus casas, la radio di fundando cada día noticias peores, el parro, que afecta ya a tanta gente. Cuando empezó la temporada buena, o sea de abril a junio,salió el sol a regañadientes, el volcán islandés se ensayó con los viajeros aereos, Grecia es víctima de los especuladores y no se sabe si España la va a seguir... Si, que extraño, verdad? Bueno, si nos comparamos con Haití, todo esto son tonterías, pero... hay que comer.
Y hay que reaccionar, también.
Mi reacción es dar un giro hacia la enseñanza, lo que no me disgusta en el fondo, porque ya empiezo a ser mayor para tanto trabajo físico. El problema es que no se puede contar, para eso, con la clientela local, que es, por otro lado, la mejor que tengo. Las clases están en mano de asociaciones y demás y los profesores tienen más de cooperantes que de profesionales. Por un alumno que se queda – y se convierte en amigo – hay 15 que prueban y se van después de dejarte sin aliento. No he podido, hasta ahora, contar con un ingreso a partir de las clases. Así que se me ocurrió proponer fórmulas para gente ocupada, para personas que disfutan más de la actividad y del aprentisagezque de llevar objetos a su casa. Quizás es una evolución de nuestra sociedad, un cambio de actitud: ya hace tiempo que los ceramistas no vivimos de esta antigua fiebre de objetos acumulados en las casas. Volvemos a cosas más prácticas, o claramente artisticas.
Ojála el conocimiento sea la próxima moda! Y ojála la experiencia y el amor por su trabajo reciba su sueldo justo...

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