sábado, 22 de mayo de 2010

tiempos de crisis 2


Mientras que le gobierno anuncia cada día nuevas medidas de ahorro, mientras los funcionarios calculan de cuanto se les va a bajar el sueldo, mientras se paran las obras, se acaban las subvenciones, por mi taller parece que las cosas empiezan a volver a su cauce: estas dos ultimas semanas – las semanas del hundimiento de Grecia, la rebaja de la nota de España, la especulación sobre el euro, las subidas y bajadas vertiginosas de la bolsa – he tenido movimiento, gente, encargos y algo de venta. Además, mi querido J. me ha procurado una de esas obras faraónicas del que es especialista y que me han salvado la vida más de una vez.
Ayer discutimos los acontecimientos nacionales con mis dos amigas, que son profesoras y por lo tanto funcionarias, y la sensación que vengo teniendo estos días se confirmo ante sus comentarios: la sensación es algo así que lo que está pasando es lo más parecido a una guerra que hemos conocido. Ya sé que la palabra es fuerte. No hablo de guerra de sangre y tiros. Hablo de situación de emergencia, determinada por cosas que no tienen nada que ver con el esfuerzo personal, sino por una situación internacional, por el país, por los gobiernos, por un ataque financiero a escala mundial en el que la situaciones personales se ven afectadas sin que se pueda hacer nada. En el que nuestra forma de vivir depende, se ve amenazada, por acontecimientos a un nivel absolutamente fuera de nuestro alcance. Ya no tiene sentido siquiera buscar culpables, porque los culpables son invisibles, anónimos, producto de un sistema financiero que se puede definir, como lo demuestran los autores del documental sobre las corporaciones que anda por la red, como psicópata. No injusto, egoísta, sin corazón, capitalista, sino PSICOPATA, loco de atar, criminal peligroso, malvado sin remedio.
Una decía: esto va para largo, cinco años como mínimo. La otra comentaba: hasta que no se cambie el sistema no habrá remedio. Yo avanzaba: quién sabe, puede cambiar en cualquier momento igual que se hundio con esa rapidez. Acordamos que Zapatero se estaba jugando el puesto y por lo tanto se vio realmente obligado, que bravo a Angela Merkel por ponerle freno a la especulación bursátil, que el remedio para evitar las fugas de capitales es eliminar los paraíso fiscales. Y que sabemos nosotras? Como el resto de la población, como el resto de las vacas lecheras que alimentamos cada día los bancos con nuestras nóminas y intereses de préstamos y facturas domiciliadas, no tenemos ni idea, no tenemos poder sobre lo que hacen con nuestras vidas, nuestro trabajo. Lo único que sabemos, es que ahora tenemos que trabajar más por menos. Y que por primera vez, probamos un poco de la salsa que se le suele dar a países como los latino-americanos y los asiáticos, por no hablar de África, nuestra pobre y desgraciada África del alma.

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